También conocido como damasco, abercoquero, albergero o chabacano, el albaricoque es una fruta que se distingue por su envolvente y delicioso dulzor, y su extrema jugosidad. Su nombre científico es Prunus armeniaca, y el árbol del cual proviene pertenece a la familia de las Rosáceas, compuesta por unas dos mil especies de plantas que crecen en regiones de clima templado.
El albaricoque se distingue de otras especies similares, por su carnosidad y jugosidad al madurar. Es parecido al melocotón pero más pequeño, llegando a medir entre 35 y 55 milímetros de diámetro.
Su peso depende de la variedad, pero el estándar habitual es de 50 gramos por unidad. Su pulpa es amarillenta y su sabor va del dulce al agridulce.
Es redondeado, y posee un surco que lo divide longitudinalmente a la mitad. Presenta una piel suave y aterciopelada, cuyo color varía entre rojo, blanco, amarillo y anaranjado.
En su interior se encuentra una semilla en forma de almendra recubierta por una cáscara pedregosa, con la textura de una piedra.